En el Autobus...

20:12 / Publicado por K. Dinho /

Sentado en la parte trasera de un autobús, en donde tengo que hacer acrobacias para que la sangre circule por mis piernas, ya que al astuto que colocó los asientos, se le ocurrió la fantástica idea de dejar solo 10cm de separación entre ellos, con vidrios tan transparentes como el aire (nada de vidrios ahumados, el chófer quería que todos pudiésemos ver con claridad lo que pasaba afuera), el sol quema a más de 34 grados y viendo la cantidad absurda de tiempo que llevamos detenidos (gracias al tráfico) en el mismo lugar, muero de ganas de infringir la ley y quitarme hasta las medias.

Pero he hallado una buena distracción, porque incluso entre el humo y ruido de los autos se puede leer a una persona, no juzgarla, simplemente descifrar que dice su lenguaje corporal, sus ojos, su ropa, es increíble la facilidad con que se puede hacer, obviando claro, las graciosas expresiones de sus rostros por el inclemente sol.

Una chica a la que le es imposible quitar la cara de diva, aunque estemos todos bañados en sudor, el tinte rojo de su cabello ya es un rosa-naranja, uñas de 3cm, la ropa más ajustada que encontró en el armario, una imitación descuidada de la chica de la publicidad de cerveza, la nena que siempre tuvo la atención del sexo opuesto y le encanta, una máquina de atraer miradas, algunas para admirarla, otras para repudiarla, pero sin lugar a dudas si pasa frente a ti tendrás que darle un vistazo.

La señora (no tan señora) con sus dos pequeños hijos, que muy probablemente tuvo a los 15 años, aunque sus ojos y manos revelan su juventud, las facciones están tan marcadas que exhibe con una facilidad inquietante que la vida no se lo ha puesto fácil.

El chiquillo fuera de lugar, con sus mejores zapatos a la moda y su celular despampanante, y por supuesto su gran expresión de superioridad, la que todos sabemos no hace más que ocultar toda la inseguridad y complejos que lo invaden, esa que los ladrones saben es perfecta para "sacar" un buen negocio.

Todos con su mascara, que solo ellos mismos creen, todos bajo el mismo sol, sintiendo el mismo calor, pero sin importar cuan duro sea el ambiente ninguno baja la guardia, nadie deja de creer en su careta.

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